Poesía colombiana actual: Estefanía Angueyra

Presentamos una muestra de la poeta Estefanía Angueyra (Bogotá, 1992). Es egresada de la carrera de Estudios Literarios de la Universidad Javeriana y actualmente se dedica a la traducción; algunas muestras de su trabajo aparecen publicadas en las revistas Otro Páramo y La Caída. Ha participado en distintos talleres literarios y mereció el premio del VI Taller de Poesía del Fondo de Cultura Económica filial Colombia.

 

 

 

Haikú para Octavio Paz

 

Mi ser no cabe

en tus diecisiete sílabas

dolor del mundo

 

 

 

Defensa del Odio

 

A la manera de Mario Benedetti

 

Defender mi odio a Octavio Paz como una trinchera

defenderlo del escándalo y el escarnio

de la censura y los censuradores

de los criterios pasajeros

y los definitivos

 

Defender mi odio a Paz como un principio

defenderlo del pasmo y la patada

de los neutrales y de la neurosis

de las duras infamias

y los torpes diagnósticos

 

Defender mi odio como una bandera

defenderlo del grito y la algarabía

de los ingenios y de las murallas

de lo pletórico y lo paradisiaco

y de la blasfemia y La Academia

 

Defender mi odio a Octavio Paz como un destino

defenderlo del miedo y de los ardores

de las subidas y las abatidas

de las distracciones y del oprobio

de la obligación de admirarlo

 

defender mi odio a Paz como una certeza

defenderlo del prójimo y la riña

de las fastuosas máquinas del tiempo

de la sequía y del relativismo

de los literatos optimistas

 

defender mi odio como un derecho

defenderlo de dios y del infierno

de las minúsculas y de la suerte

de los cuellierguidos y las ínfulas

del azur

y también del odio.

 

 

 

Estudio sobre cuatro ciruelas

 

Diecisiete jóvenes

se sientan alrededor de una mesa

en la que reposan cuatro ciruelas

 

Todos escriben acerca de ellas

sin mirarlas

 

Para algunos poetas

los objetos sirven tan sólo

por su poder evocador:

 

¿a quién le importan

esas manchitas violetas de ahí,

tan inmóviles y opacas?

 

Ay, pero si fueran tres

al menos podríamos hablar

del número de Dios

 

Compañeros, ¡miren!

¡Acabo de morder uno de los frutos!

Ahora podrán añadirle a su poema

una metáfora sobre la carne.

 

 

 

Vaso con agua

 

Siempre habrá alguien

corrigiendo o burlándose

de quienes dicen vaso de agua

 

Ellos, amantes de la lógica

nos prohíben el juego

de imaginar que el vaso

 

fue alguna vez un cilindro

que derritió su centro

para darnos de beber.

 

 

 

The Falling Man

 

Doscientas personas

saltaron de las altas torres

 

De todas ellas

sólo nos interesará

un hombre

 

Su vuelo sostenido

hace olvidar

que el tiempo existe

que el suelo existe

 

Qué reconfortante pensar en un muerto

que flota para siempre.

 

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